Esta vez es distinto: ocho siglos de necedad financiera
¿Qué pasa si hacemos algo mal y volvemos a repetirlo siguiendo los mismos pasos que seguimos antes? Pues que vuelve a salirnos mal, ¿no? ¿Y cuando elegimos las soluciones fáciles y rápidas aun sabiendo que no serán efectivas? Pues no arreglamos el problema.
Esto es lo que quieren transmitir los autores del libro “Esta
vez es distinto: ocho siglos de necedad financiera”, un extenso análisis
económico donde se muestran las constantes crisis vividas por la humanidad y cómo
la incoherencia del hombre ha permitido el desarrollo de desajustes financieros
similares durante más de 800 años.
A lo largo del libro se nos muestran diferentes crisis, de
mayor o menor envergadura, pero todas provocadas por los mismos errores. La seguridad
de que el sistema económico era el adecuado y la ceguera ante los grandes
problemas que realmente tenía ha sido lo que ha hecho de la economía de los
últimos siglos un pobre amasijo de hilos sueltos que no acaba de unificarse
correcta y completamente.
Quizá el problema ha sido que son tantas las posibilidades
de que estalle una crisis de cualquier tipo (y tan pocas de que sean
reconocibles a tiempo) que los gobiernos e instituciones financieras no han
sabido nunca cómo reaccionar ante ellas al no tener certeza segura de a qué se
estaban enfrentando.
Pero, se supone que, tras varios intentos, deberían haber
aprendido algo, ¿no?
Una de las mayores evidencias de que los seres humanos no
estamos preparados ni capacitados para afrontar problemas tan graves y de cobertura
mundial es la Gran Depresión: el crack de la bolsa de Nueva York en 1929 fue un
suceso inesperado que asustó a una economía que yacía tranquila pensando que Estados
Unidos lo tendría siempre todo bajo control, a pesar de que expertos económicos
habían estado avisando con mucha antelación de que algo no estaba yendo bien.
Poco conformes con que la caída de la economía de un solo país
arrastrara con ella a toda la economía mundial, el tiempo siguió avanzando
mientas que los humanos volvíamos y comenzábamos a pisar nuestras propias
huellas. Otra vez.
Y como era de esperar, la mayor crisis financiera de la
historia acabó ocurriendo 80 años después: la Segunda Gran Contracción arrasó con
el sector de la vivienda a nivel mundial tras el estallido de la burbuja inmobiliaria,
todo esto consecuencia de haber tomado el mismo camino que tomamos años antes
de la crisis de los años 30.
Nuestro objetivo debería ser planificar una economía esperanzadora,
analizar los datos históricos de las crisis, así como sus causas y consecuencias,
para poder saber por fin cómo reconocer correctamente una crisis y tener un
patrón a seguir cuando estemos inmersos en ellas. Los gobiernos deben dejar de
aparentar y actuar conscientemente por una economía próspera: en caso contrario
seremos nosotros los ciudadanos los que, otra vez, suframos las consecuencias.
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